Dejamos las Azores un poco decepcionadas de no haber tenido tiempo para explorar este archipiélago que parece esconder una multitud de paisajes paradisiacos y una flora abigarrada. Pero la embriaguez del alta mar nos tocó tan rápido como cuando izamos la vela mayor, y es con el mental al tope que afrontamos las ráfagas que nos asaltan sin parar mientras que bordeamos a través de las islas.
Con Europa acercándose, se ven cada vez mas de esos inmensos paquebotes que surcan los océanos para mejor precipitarse, igual que nosotros, en el estrecho de Gibraltar. Entonces, vamos aún más atentas durante nuestras guardias de noche, cuando solo las estrellas y las luces de los barcos nos acompañan por la noche.
Después de apenas una semanita pasada en alta mar, apercibimos las costas de Portugal, ¡por fin! Decidimos hacer escala en Bárbate, un pueblito de pescadores de Andalucía, localizado antes del estrecho de Gibraltar que cruzaremos mañana, de día. Aprovechamos para ir a caminar un rato, imaginándonos las montañas de tapas españoles que vamos a degustar. Pero por desgracia, somos lunes, y la mayoría de los bares y restaurantes están cerrados… Afortunadamente, nuestra alegre tropa no se reconoce vencida, y encontramos por fin un bar que acepta servirnos un plato de camarones para acompañar el vinito tinto que tomamos para celebrar nuestra llegada en Europa!
El día siguiente, la suerte está con nosotros ya que las condiciones climáticas son más que favorables para cruzar el estrecho, el cual a veces se rechaza varios días a los pequeños como los grandes veleros. ¡Es absolutamente impresionante, España y Marrueco están tan cerca! Paella, cuscús, no sabemos que escoger ^_^ Entramos en el mar Mediterráneo al atardecer, acogidas por una puesta de sol que deja sin aliento, y acompañadas por un buen rato por un banco de delfines jugadores que nos regalan de sus acrobacias aéreas y de sus carreras en las estraves del barco. ¡Es simplemente mágico!
La misma noche, mientras estamos al fondeadero cerca de Almería, un barco de las aduanas españolas nos vienen a dar una visita sorpresa. Los transportes de inmigrados clandestinos están bastante frecuentes por acá, las autoridades están vigilantes… Para nosotros, no será más que una formalidad “papeles del vehículo y pasaportes del equipo por fa”. Apenas diez minutos después, empezamos de nuevo lo que habíamos dejado: ¡es la hora de cenar!
Las costas desérticas del sur de Andalucía siguen revelándose a nosotros durante nuestros dos últimos días de navegación, y es con una intensa satisfacción que llegamos a nuestro último fondeadero, en Formentera, una de las islas Baleares. Aquí, el agua es de un azul más que intenso, muy diferente del turquesa de los Caribes o del azul profundo del alta mar. El sol no nos deja ningún respiro, y es con mucho gusto que nos tiramos al agua una vez las últimas maniobras hechas. Esta noche, Michel nos invita al restaurante, porque esta vez ya está, celebramos el fin de la Transatlántica, así que la terminación de la epopeya Incahuella, la cual habrá durado diez y ocho meses, y de la cual cada día habrá traído su lote de sorpresas y lindos recuerdos!